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¿Qué esperas de mí?
- 29/07/2022
- Publicado por: Carlos Giménez Donoso
- Categoría: General

Una de esas preguntas imprescindibles que nunca dejan de sorprenderte.
Esta es una de esas preguntas bomba que no pueden faltar en una primera entrevista clínica. Reconozco que durante mucho tiempo era una pregunta que no hacía de forma rutinaria, probablemente porque daba por hecho que yo ya conocía la respuesta. Al fin y al cabo, si alguien viene porque le duele algo, lo más lógico es pensar que lo que quiere es que hagamos algo para que le deje de doler, ¿no?.
¿Seguro?.
Estoy convencido de que si empiezas a hacer esta pregunta de forma rutinaria, hay una alta probabilidad de que la forma en que enfocas tus sesiones empiece a cambiar de forma natural; que la alianza terapéutica con muchos de tus pacientes se fortalezca y que empieces a ayudarles en lo que ellos necesitan, no en lo que tú crees que necesitan.
Hace unas semanas recibí en la consulta a una paciente que venía por un cuadro de dolor radicular lumbar de 7 semanas de evolución. Las primeras 4 semanas habían sido terroríficas y me narraba la experiencia como uno de los peores dolores de su vida. Afortunadamente, hacía una semana y media que el dolor prácticamente había desaparecido de la pierna, pero hacía unos días que se había reagudizado su dolor lumbar.
Os podéis imaginar mi mente de “painkiller” empezando a planificar la exploración pensando ya en cómo podría encontrar hoy mismo alguna estrategia que consiguiese aliviar ese dolor lumbar. No obstante, fiel a mis rutinas, antes de dar por concluida la anamnesis, procedí con las dos preguntas con las que acostumbro a cerrarla: ¿qué crees que te está pasando? y, ¿qué esperas hoy de mí?
La respuesta a la primera pregunta fue interesante, pero esa será una historia que contaremos en otra ocasión. La respuesta a la segunda pregunta fue uno de esos mazazos que te caen cuando has dejado demasiada suelta tu capacidad de inferir cosas y darlas por sentado:
“Pues mira, la verdad es que no tengo ni idea de lo que hace un fisio. Nunca he ido a uno, pero lo que me gustaría es que alguien me explicase qué me está pasando porque estoy muy preocupada, no sé si los ejercicios que he empezado a hacer por mi cuenta me están ayudando o me estoy haciendo daño y no sé si voy a poder volver a mi trabajo”.
¿Sorprendido?
Ahora tengo una pregunta para ti, lector: Si un paciente te responde esto, ¿centrarías el resto de la consulta en explorar y buscar un tratamiento de alivio de su dolor lumbar?
Eso es lo que iba dispuesto a hacer antes de escuchar esta respuesta, eso es lo que mis sesgos me pedían hacer, pero eso no es lo que necesitaba esta paciente. Así que automáticamente mi planificación da un giro de 180º y la sesión se convierte en una consulta de exploración, tranquilización y educación.
Resultado:
“Muchísimas gracias, me he quedado muchísimo más tranquila, porque la verdad es que estaba muerta de miedo y no entendía lo que me estaba pasando, ya me estaba empezando a imaginar lo peor… Si necesito algo más, ya te llamaré”.
Nunca lo sabré, pero me hubiese gustado conocer el resultado si la sesión se hubiese centrado en aplicar una terapia para disminuir el dolor lumbar con el que venía a consulta.
Hagan sus apuestas y las leo en comentarios.