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De lo específico y lo inespecífico
- 25/02/2021
- Publicado por: Carlos Giménez Donoso
- Categoría: General

Si negamos la especificidad, nos negamos la posibilidad de alcanzarla.
Llevo tiempo dándole vueltas a la idea de la inespecificidad en fisioterapia musculoesquelética. Es un término cada vez más presente en cualquier conversación entre fisioterapeutas: dolor lumbar inespecífico, efectos inespecíficos de la terapia manual, efectos inespecíficos relacionados con el contexto, dolor cervical inespecífico, efectos inespecíficos del ejercicio… Este tipo de expresiones se emplean con frecuencia como argumentos para desechar muchos de los abordajes que implementamos en clínica. Y sin embargo, por mucho que las conclusiones de gran parte de la literatura científica recojan esta idea de inespecificidad, mi día a día en consulta me hace resistirme a aceptarla cuando la “n” es igual a 1.
Sé que me arriesgo a parecer un hereje, pero ¿acaso el pensamiento científico no consiste en dudar, en intentar encontrar una respuesta a las preguntas que surgen en tu día a día?. Pues bien, la experiencia de mi día a día no concuerda con esa idea de que la mayor parte de lo que hacemos es inespecífico y eso me hace preguntarme el porqué. Quizá se trate sólo de un problema de qué es lo que cada uno entendemos por inespecífico, o quizá tengamos que hablar de grados de especificidad. O quizá tenga que ver con el diseño y planteamiento de ciertos estudios de investigación. No lo sé, pero por si acaso dejo aquí mi opinión sobre el tema por si puede invitar a una reflexión más profunda.
Pienso que asumir la inespecificidad como una entidad en sí misma, es rendirse ante ella y negar la posibilidad de su contraria, la especificidad. La siguiente derivada de esta rendición es que si negamos la especificidad de partida, nunca la alcanzaremos, entre otras cosas porque no la buscaremos. Siento que la idea de inespecificidad tal cuál parece estar arraigando entre parte del colectivo choca frontalmente con la idea de individualidad que durante tanto tiempo hemos defendido y estoy seguro de que de un modo u otro, cada uno en nuestro pequeño mundo seguimos defendiendo.
Si asumo que el 90% del dolor lumbar es inespecífico me puedo ver tentado a no esforzarme demasiado en entender exactamente qué factores son los relevantes en el paciente que tengo delante. Si asumo que los efectos del ejercicio para el dolor lumbar son más bien inespecíficos y que da lo mismo el tipo de ejercicio que prescriba siempre y cuando mi paciente se mueva, cada vez estaré más cerca de esa expresión que tanto hemos aborrecido durante años del: “para su dolor de espalda, vaya usted a la piscina”. Café para todos.
Estoy convencido de que no soy un bicho raro al exponer estas ideas. Unos cuantos días delante de unos cuantos pacientes es suficiente para darte cuenta de que algo no encaja en esta generalización de lo inespecífico. Creo que es importante que maticemos bien nuestros titulares, no serán tan provocativos, pero quizá sean más razonables.
Mi día a día en consulta está basado en la búsqueda – para algunos seguro que utópica – de los factores específicos implicados en el problema concreto que afecta a mi paciente en particular. Es una búsqueda que no siempre consigue su cometido (no olvidemos, como dice mi buen amigo Eduardo Fondevila, que nos enfrentamos a una gran opacidad causal), pero no por ello cejo en mi empeño. De hecho intento que cada una de mis intervenciones sea lo más específica posible, asumiendo las limitaciones que acompañan este intento.
Podríamos poner miles de ejemplos que ilustren aquello que entiendo por intervención específica. Si un paciente con dolor lumbar “inespecífico” presenta kinesiofobia y otro no, mi intervención seguramente sea diferente en cada uno de ellos. A eso, yo lo llamo especificidad. Es más, si dos pacientes con dolor lumbar “inespecífico” tienen kinesiofobia, pero uno tiene miedo a flexionar su columna y al otro lo que le aterroriza es pensar en extenderla, mi intervención será diferente. A eso, yo lo llamo especificidad. Si en un paciente con dolor lumbar inespecífico se reproducen fielmente sus síntomas durante la lateroflexión derecha y en otro sólo aparecen cuando pasa mucho tiempo de pie en posición estática, mi intervención no va a ser la misma. A eso, de nuevo, yo lo llamo especificidad. Y si seguimos tirando del hilo, seguro que llegaremos a aspectos cada vez más específicos de la presentación clínica y de los factores contextuales relevantes de cada individuo (¿grados de especificidad?). Podría seguir poniendo miles de ejemplos como estos, porque es lo que intento hacer cada día con cada paciente en consulta. No hay dos tratamientos iguales, aunque las herramientas genéricas que utilicemos con todos sean las mismas: educación, terapia manual y ejercicio. Intento afinar el disparo con cada una de ellas para acercarme lo más posible a los factores más relevantes.
Quizá sea porque ya soy demasiado mayor para cambiar de opinión y de forma de actuar, pero tengo la impresión de que nunca dejaré de buscar esa especificidad.